Por: Lic María Eugenia Angel Torres*

No solo se pierden kilos, sino muchas cosas más. Nuestra especialista te cuenta cómo prepararte mentalmente para poder sostener este cambio físico.

Bajar de peso, cuando estamos excedidos, es muy saludable, pero también puede traer aparejadas ciertas dificultades. Una de ellas es el “cuadro de abstinencia” por la comida o el “duelo” por su imagen perdida. Conocer a fondo estas posibles consecuencias es la mejor manera de prevenirlas.

Cuando se adelgaza hay una armonía que se rompe. Cada ser humano, en el transcurso de su vida, logra un equilibrio, entre otras cosas, incorporando y eliminando “sustancias” de todo tipo. Por ejemplo: incorpora comida, afecto, conocimientos, y descarga desechos, sentimientos, trabajo, palabras… Aunque las personas con sobrepeso tienen una enfermedad, también tienen cierto “equilibrio”. No es el mejor que se puede lograr, pero sí es “el menos malo”.

Al comenzar a adelgazar este equilibrio se pone en juego. Al principio el impulso suele cubrir la sensación de pérdida, pero con los kilos que se van, se va también un poco la motivación.

El corazón empieza a trabajar más descansado, los pulmones respiran con alivio, las rodillas crujen menos, la ropa comienza a quedar holgada y los “amigables enemigos” elogian excesivamente su proeza de duelo.

El cuerpo va cambiando, por la renuncia que se ha hecho a una forma de comer. Esto da una sensación de pérdida, que puede ser mayor o menor, de acuerdo con la persona. Si la motivación para bajar de peso sigue siendo buena, puede tratarse de un duelito siempre que el apoyo al plan siga siendo el adecuado. Y en los casos de personas bien adaptadas psicológicamente, puede no aparecer.

Pero en otros casos, especialmente cuando se usa cualquier método antinatural o antifisiológico, como las dietas muy restrictivas para bajar de peso, lo más probable es que aparezca el cuadro de abstinencia.

Los alcohólicos que dejan la bebida o quienes dejan el cigarrillo o cualquier otra sustancia tóxica, al cabo de unos días padecen una reacción especial que se produce cuando el organismo protesta por verse privado de una droga que está habituado a recibir. Con cada droga, el cuadro es distinto. En las personas gordas se puede producir lo mismo según el grado de dependencia o adicción que tengan con la comida.

Grandes cambios…

 Otro factor que puede influir es que, al bajar de peso, algunas cosas a su alrededor también cambian. La actitud de la gente puede ser distinta de lo que usted espera, y esto puede producir frustración. Entonces aparece irritabilidad, falta de deseos de hacer el tratamiento o cualquier otro tipo de síntomas o cambios (cierta tristeza, melancolía, miedos, etc.). Estas emociones son normales y pasajeras, en tanto la persona no genere un círculo vicioso al comenzar a pensar permanentemente en sus molestias.

Atravesar rápido el “duelo” y evitar instalarse en ese círculo vicioso de emociones negativas dependerá en gran medida de qué tan bueno o malo sea el proceso de adelgazamiento que está realizando.

Un nuevo desafío…

Las personas que han vivido muchos años con sobrepeso se han acostumbrado a “estar gordas” y pueden experimentar “beneficios” en el exceso de grasa. Estos beneficios se sustentan en el miedo que es posible sentir al adelgazar, quizá por tener una creencia irracional que sostiene que, al perder la imagen que el godo guarda de sí mismo (y los kilos), se está más expuesto a salir de lo cotidiano.

Es cuestión de aceptar –o no– el desafío.

¡Hasta la próxima!

 

* Nutricionista y coach ontológico especialista en obesidad y desordenes alimentarios. Tratamientos grupales e individuales. Coordinadora de grupos CITOS de obesidad de Galeno y docente del curso de post grado de obesidad y desordenes alimentarios del la Escuela sistemática argentina.

Nutricionista de Vian Ditas. 

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