Una buena hidratación es fundamental si buscás realizar actividad física con garantías de salud y un buen rendimiento físico.

Cuando entrenamos, entramos en calor y nuestro cuerpo aumenta su temperatura. Es a partir de los 37° que los mecanismos de equilibrio térmico empiezan a trabajar, generando sudoración con su consecuente pérdida de agua y sales.

El riesgo es entrar en un estado de deshidratación que puede disminuir el rendimiento muscular, generar descompensación térmica y mareos, fatiga muscular y propensión a lesiones.

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Ahora bien, para lograr una correcta hidratación es importante que tengas en cuenta tres momentos: antes, durante y después del ejercicio. Cada uno tiene sus características especiales, y puede haber variaciones con relación a la contextura física de cada persona y las condiciones climáticas del ambiente, pero te acercamos una breve guía para evitar forzar el cuerpo y tener una mejor experiencia a la hora de moverte.

Antes: hidratate en pequeñas cantidades (de 5 a 7 ml/kg) durante las 4 horas previas. Por ejemplo, si pesas 60kg, tomá vasos de 350ml de agua. Dato útil: el color claro en la orina nos da la señal de estar bien hidratados.

Durante: dependiendo de la intensidad de la actividad física que realices, asegurate de ingerir entre 0,6 a 1L por hora. Tomá pequeños sorbos cada 15 o 20 minutos.

Después: Pesate antes y después del ejercicio. Una buena rehidratación implica recuperar lo antes posible entre 150 y 200% del peso que perdiste durante el ejercicio.

Siempre recordá que, ante cualquier consulta, debés consultar a un médico.

Dra. Florencia Roland

Médica Cardióloga, MN 100.667