Cuando hablamos de alimentación saludable, no sólo implica cumplir con nuestras necesidades nutricionales sino conectarnos con este placer. Sentarnos a la mesa y prepararnos para empezar a saborear y disfrutar de lo que comemos genera efectos gratificantes para nuestro bienestar psicofísico.

Ahora bien, en una época donde la agenda cada vez es más apretada, además de permitirnos un espacio ameno para comer, es importante no perder de vista los beneficios extra que genera hacerlo de manera lenta.

Varios estudios indican que las personas que comen más despacio presentan menos probabilidad de tener sobrepeso y obesidad en el futuro. Esto se debe a que nuestro cerebro segrega una serie de hormonas que nos dan la señal de saciedad y suelen aparecer al cabo de 20 minutos.

Asimismo, comer rápido hace que tengamos menos control consciente de lo que comemos y nuestro organismo no dispone del tiempo necesario para registrar cuando está lleno.

Imagen de freepik.com

Otros beneficios asociados a comer de esta forma nos permiten:

  • masticar mejor la comida: lo cual favorece la digestión, ya que el alimento llega en pedazos pequeños evitando que nuestro cuerpo tenga que esforzarse de más.
  • mejorar el trabajo de la salivación: los ácidos que tiene la saliva favorecen al proceso digestivo posterior. 
  • regular mejor el nivel de glucosa en nuestro organismo.
  • mantener nuestro metabolismo activo: lo cual permite la actividad celular y renovación constante del organismo.
  • sintetizar mejor los nutrientes: mejorando la eficacia del proceso metabólico.

¡No lo olvides! Sentarse a la mesa y saborear cada bocado es una experiencia que, además de ser gratificante, favorece tu salud. ¡Ponelo en práctica! Y ante cualquier duda, consultá a tu médico.

Dra. Florencia Rolandi, Médica Cardióloga, MN 100.667