Vivir “a full”, con la agenda llena, puede ser estimulante pero también es agotador. Cuerpo y mente necesitan que bajemos el ritmo de vez en cuando, para recuperar el equilibrio y poder funcionar al máximo para encarar el día a día.
Te acercamos herramientas que te ayudan a lograr esa pausa y equilibrio:
1. Respiración
Algo tan simple y al alcance de todos resulta una herramienta poderosa frente al estrés. La clave es no hacerlo automáticamente, como de costumbre, sino enfocarse en el aire que ingresa y sale de nuestros pulmones.
Según el Instituto Americano del Estrés, hacer de 20 a 30 minutos de respiración abdominal o profunda cada día, reduce la ansiedad y el estrés. Aumenta el oxígeno en el cerebro y estimula el sistema nervioso parasimpático, que promueve un estado de calma.
1. Pausas activas
Parar en pleno caos, detenernos y observar. Estos son los pilares para hacer una “pausa mindful” donde estemos, ya sea sentados frente a la computadora o caminando al trabajo.
“Cuando frenamos un momento podemos ver las cosas de manera objetiva y más directa, sin la corriente de pensamientos y emociones que nos nubla. Medimos y sentimos dónde estamos, cómo estamos emocionalmente y qué nos preocupa”, explica Martín Reynoso, coordinador de Mindfulness de INECO y director del Postgrado de Mindfulness de la Universidad Favaloro.
Los pasos que sugiere Reynoso para hacer una pausa son:
- Tener la intención de observar cómo nos sentimos, para “resetearnos”.
- Tomar conciencia de la respiración. Inhalar y exhalar lentamente, prestando atención al aire que ingresa en el cuerpo, inunda los pulmones y sale por la nariz.
- Podemos sumar movimientos de cabeza y estiramientos suaves, para relajar el cuerpo y conectarse con las sensaciones.
- Observar las corrientes mentales que nos invaden, ya sea en forma de pensamientos o emociones, sin juzgarlas. Tomar distancia.
3. Meditación
Meditar implica detenernos para “medirnos” internamente. De su misma raíz etimológica derivan las palabras médico, medicina y remedio. Este ejercicio activa la respuesta de relajación natural del cuerpo, de acuerdo con el Instituto Americano del Estrés:
– alivia la tensión muscular,
– baja la frecuencia cardíaca,
– reduce la ansiedad,
– y nos ayuda a sentirnos más en control de nuestras emociones.
Más allá de las pausas activas que podamos hacer durante el día, Reynoso aconseja hacer alguna práctica de meditación formal, como yoga o tai chi, para “acostumbrar” al cerebro a relajarse. “Las pausas mindful van a ser más efectivas si tenemos horas de práctica”, asegura.
4. Mindfulness
Uno cree que solo es posible meditar sentado y con las piernas cruzadas, pero podemos hacer ejercicios simples y cortos durante el día, sin dedicarle un momento o lugar especial.
Para lograrlo, entra en escena el mindfulness, corriente budista que plantea enlazar cuerpo y mente en el ahora. “Casi 40 o 50% de nuestro día estamos en piloto automático. El mindfulness propone volver a tomar conciencia y conectarse con los sentidos y el cuerpo”, explica Reynoso, autor del libro Mindfulness, la Meditación Científica.
Esta corriente nos invita a hacer cualquier actividad cotidiana con más atención. Por ejemplo, al comer, en lugar de tragar sin conciencia, abrir los sentidos, mirar lo que ingerimos, olerlo y masticar más despacio.
Recordá siempre que ante cualquier duda, debés consultar a tu médico.