Una buena alimentación no solo depende de qué comemos, sino también de cuándo lo hacemos. Te acercamos algunos consejos para que puedas organizar tus comidas diarias
*Asesoró: Lic. Liliana Grimberg, coordinadora del área de nutrición del Centro Terapéutico Dr. Máximo Ravenna, MAT. 978.
El desayuno es de suma importancia para nuestro organismo. Sin embargo, muchas veces no nos tomamos el tiempo necesario y dejamos pasar la comida más importante del día o nos arreglamos con un café y medialunas. Pero la realidad es que, después del ayuno nocturno, la falta de nutrientes contenidos en los alimentos (hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas y minerales) podría ocasionar importantes trastornos en nuestro organismo. Es por eso que como primera medida es fundamental que te tomes el tiempo, aunque no tengas hambre, de desayunar y asegurarte de salir de tu casa con el estómago lleno.
Otro error que cometemos frecuentemente es desestimar el almuerzo. Inmersos en la jornada laboral, optamos por comer poco y nada al mediodía y por eso llegamos muy hambrientos a la hora de la cena. Esto explica por qué muchísima gente tiene la costumbre de cenar muy pesado, pero se olvida que esto es perjudicial para la salud, ya que esas calorías que consumimos tarde rara vez las quemamos y luego pueden ser transformadas en grasas fácilmente. Por esta misma razón es que lo mejor siempre es optar por un almuerzo equilibrado, nutritivo y sano a la vez, para comenzar el día con todo. Así, comer más temprano ayuda a perder peso ya que llegaremos con menos hambre a la noche.
Los expertos recomiendan que lo ideal en la merienda es tomar alimentos nutritivos y no muy energéticos, con el fin de no sobrepasar las calorías de la dieta. El tamaño de la ración dependerá también del grado de actividad física. Cuanto más nos movamos, más debemos comer, ya que nos brinda energía.
Ya lo dice el refrán: «Desayunar como un rey, comer como un burgués y cenar como un mendigo». Toda cena debe ser ligera, fácil de digerir y debe realizarse a una hora prudente, para que el cuerpo haga la digestión antes de acostarse y se facilite el descanso nocturno.