Destacada fuente de proteína de buena calidad, el huevo posee los ocho ácidos grasos esenciales, es decir, aquellos que no podemos sintetizar en nuestro cuerpo. Además, es fuente de vitaminas D, B6, E y K. Pero eso no es todo, se trata además de un ingrediente versátil a la hora de cocinar, por lo cual los cocineros lo incorporan en sus preparaciones no sólo como acompañante o como ligazón, sino además como un protagonista absoluto. Para disfrutarlo en un almuerzo ligero o un Bruch, te presentamos cuatro formas de cocinarlo y disfrutarlo en casa.
Huevo duro: el clásico. Aliado en ensaladas, sándwiches y hasta nuestra clásica pascualina o pastel de carne. Para prepararlo, se cocina 11 minutos en agua hirviendo.
Huevo pasado por agua: es el que “chorrea”. Hay quienes lo disfrutan abierto a la mitad, directo desde la cáscara, mojando en la yema trozos de pan o galleta. También se puede abrir sobre un pan tostado, y agregar unas especies o lo que se desee. Para prepararlo, cocinar 6 minutos en agua hirviendo, con 2 cucharadas de vinagre. Luego, retirar y sumergir en un recipiente con agua y hielo, para frenar su cocción.
Huevo frito: compañero de milanesas (la conocida milanesa “a caballo”, con un huevo frito encima), y de papas fritas (que se mojan en la yema antes de probar). Para prepararlo, freír en aceite caliente, hasta que la clara este cocida.
Huevos revueltos: un desayuno o brunch nutritivo no puede obviar unos huevos revueltos. También con él se prepara el revuelto Gramajo, que incluye además papas fritas, jamón cocido, cebolla, aceite, manteca, sal y pimienta. Para prepararlos, usar 2 huevos y 2 cucharadas de crema o queso crema, sal y pimienta. Cocinar unos segundos sin dejar de revolver, en una sartén con aceite caliente.