Empezamos el año a full y casi como poniendo piloto automático retomamos las rutinas habituales. El trabajo, el colegio y la casa están siempre primeros en la lista y ocupan nuestro tiempo y atención.

Las cantidades de actividades van en ascenso y muchas veces nos vamos olvidando de atender nuestra alimentación. La vorágine nos lleva a resolver “al paso” lo que vamos a comer, olvidando que una dieta balanceada y saludable es clave para tener la energía que todas nuestras actividades requieren.

Según el Ministerio de Salud de la Nación, en Argentina el exceso de peso es un problema que aumenta año a año tanto en adultos como en niños y adolescentes: 1 de cada 3 chicos lo presentan, mientras que en los adultos la situación es peor: más de la mitad lo padece.

La buena alimentación es un hábito que se enseña y se aprende con el ejemplo. Varios estudios demuestran que una alimentación con exceso en grasas y azúcares afecta la posibilidad de que los hijos también lo padezcan tanto por herencia, como por estilo de vida.

El exceso de peso sumado al sedentarismo potencia la posibilidad de tener complicaciones cardiovasculares a futuro. Y, además, puede generar un déficit en el desarrollo de la motricidad fina en niños pequeños y hasta influenciar en su desarrollo cognitivo.

Hoy tenemos a disposición una gran variedad de opciones en las góndolas y lo importante es aprender a elegir y comprar con conciencia. Por eso, a la hora de llevar los platos a la mesa, te acercamos estos tips que pueden ayudarte a mejorar tu alimentación:

  • Programá las comidas de la semana. Te ayudará a prever la cantidad justa de los alimentos que necesitas. En consecuencia, no habrá comida de más o de menos en tu casa y evitarás tener “por las dudas” productos ultra procesados o caer en el delivery como opción frecuente en tu mesa.
  • Armá tu plan de comidas en función del contexto donde van a ser ingeridos. Si comés en el trabajo, buscá recetas fáciles y cómodas de comer. Si comes afuera, elegí platos con alimentos frescos y verduras variadas.
  • Hacé, como mínimo, las cuatro comidas. Y si sentís hambre aumentá la frecuencia de ingestas cada tres horas agregando colaciones (frutas frescas, secas, yogur descremado o turrones).
  • Llevá los platos servidos a la mesa sin acompañarlos con la fuente principal. Así restringís el acceso fácil a un segundo plato y queda fuera de tu vista para no tentarte.
  • Masticá bien la comida. Favorece la digestión y asimilación de nutrientes.
  • Convertí las comidas en un espacio para disfrutar y compartir en familia o con amigos. Evitá comer en exceso priorizando el espacio de encuentro en vez de poner el foco en la experiencia gastronómica.

 

Dra. Florencia Rolandi, Médica Cardióloga, MN 100.667

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