Más allá de los malestares propios que se manifiestan en una persona con celiaquía, son muchos los trastornos asociados que genera su falta de control. Uno de los más frecuentes y complejos es la anemia.

Cuando hablamos de anemia nos referimos a una disminución anormal del número o tamaño de los glóbulos rojos que contiene la sangre, o de su nivel de hemoglobina, el pigmento que le da su tonalidad rojiza.

Este déficit influye en la capacidad de nuestro cuerpo de transportar y entregar de manera adecuada el oxígeno a cada uno de sus órganos. Ante esa carencia, los alimentos que consumimos no pueden transformarse en la energía necesaria para realizar nuestras actividades cotidianas. Es por ello, que los síntomas más frecuentes de la anemia son debilidad y cansancio.

La anemia puede generarse de tres maneras diferentes: por falta de hierro, vitamina B12 o folato.

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El punto es que una gran cantidad de estas sustancias son adquiridas por medio de lo que comemos y se absorben a nivel del intestino delgado, órgano que la celiaquía suele dañar.   

La buena noticia es que, una vez que una persona celíaca elimina el gluten de su alimentación, la absorción de estos nutrientes comienza a mejorar. Y si bien no es inmediato, la deficiencia nutricional puede compensarse entre los 2 y los 18 meses.

Para ello, es importante que consumas estos alimentos que aportan gran cantidad de nutrientes para disminuir la posibilidad de tener anemia.

  • Hierro: hígado, mariscos, carnes magras, aves y verduras de color verde oscuro.        
  • Folato: hortalizas de hoja verde, carne magra, vísceras, jugo de naranja, huevos, pescado, lentejas, espárragos y brócoli.
  • Vitamina B12: carnes, huevos, leche, productos lácteos.

Además, en caso de presentar anemia y dependiendo de sus características, pueden incorporarse suplementos nutricionales bajo recomendación de tu médico.

Ante cualquier inquietud o duda, no dejes de consultar al profesional médico.

Dra. Florencia Rolandi, Médica Cardióloga, MN 100.667