Por: Lic. Florencia Inés Depaoli*
¿Qué son?, ¿dónde se encuentra cada una?, ¿cuánto se recomienda consumir? El grupo Nutrir te cuenta lo que tenés que saber sobre ellas.
Éstas y muchas preguntas más son las que los profesionales de la salud escuchamos a diario.
Los lípidos, comúnmente llamados grasas, son necesarios para nuestro cuerpo. Su principal función es energética, pero también son necesarios para la protección de diferentes órganos.
¿Cómo se encuentran en los alimentos? Se encuentran como grasas, fosfolípidos, colesterol.
Los tipos de grasas presentes en los alimentos se clasifican en saturadas o insaturadas. Las primeras, popularmente son conocidas como “grasa malas”, ya que, si son consumidas en exceso, predisponen al desarrollo de enfermedades cardíacas y elevan el colesterol. Se encuentran en gran proporción en alimentos de origen animal, como las carnes rojas, la manteca, el aceite de coco y de palma.
Las segundas, las grasas insaturadas, producen efectos inversos, es decir, ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares y disminuyen, de manera notable, los valores de colesterol en sangre.
Éstas se clasifican en mono y polinsaturadas, por el número de enlaces que presentan las moléculas que componen el lípido. Las mono insaturadas están presentes en: aceite de oliva, frutos secos (pistachos, almendras, avellanas, nueces) y las poli insaturadas, a su vez, se clasifican en omega 3 y omega 6.
El omega 3 está presente en pescados azules (el salmón, la caballa, el atún, la sardina, la trucha o las anchoas) y en distintos frutos secos, como las nueces, semillas de soja y sus aceites.
El otro grupo, conocido como ácido linolenico, lo podemos encontrar en semillas de girasol, germen de trigo, semillas de sésamo, nueces, soja, maíz y sus respectivos aceites.
Ninguno de estos grupos puede ser formado en nuestros cuerpos, por eso deben ingerirse por medio de los alimentos. La cantidad depende de la persona en cuestión, de su contextura física, nivel de entrenamiento, enfermedades que posea.
Finalmente llegamos a las conocidas grasas trans, que son las que se forman industrialmente por un proceso de hidrogenación, y se encuentran en productos de pastelería (facturas, tortas, etc.), en alimentos de copetín, golosinas, snacks. Se expone los alimentos a estos procesos con el fin industrial de aumentar el sabor, aumentar su conservación o modificar otra característica organoléptica.
El colesterol
Por último, el tan conocido y temido colesterol es el que se divide (según la sociedad) en “bueno” (HDL) y “malo” (LDL).
Hay pautas y hábitos cotidianos que se pueden adquirir para aumentar los valores del colesterol HDL, que previene el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, tales como el aumento de ejercicio físico (siempre bajo la mirada y supervisión de un profesional), el consumo de pescados azules (anteriormente nombrados), frutas secas, aceites de soja, canola, etc.
El otro tipo de colesterol, conocido como “malo”, en valores altos en sangre, tiende a reservarse en las arterias, pudiendo predisponer la aparición de eventos cardiovasculares asociados o el desarrollo de hipercolesterolemia. Éste lo encontramos en los alimentos de fuente animal: basicamente se encuentra en los huevos (en la yema), productos lácteos (leche, quesos, crema), la carne de res, de aves y en las vísceras (el hígado, los riñones, la molleja y el cerebro). El pescado y el cerdo también están incluídos en esta lista, pero son los que menos valores aportan dentro de las carnes
Saber qué comemos para poder elegir, saber elegir para poder estar cada día mejor y poder prevenir el desarrollo de enfermedades: esto nos permitirá tener una buena calidad de vida, con una alimentación saludable y ejercicio físico regular, controlado. Así se previenen un 90% el desarrollo de enfermedades de diferente etiología.
* Miembro de Nutrir, un equipo de nutricionistas enfocado en la salud integral de las personas que incluye desde planes nutricionales individuales hasta asesoramiento grupal para empresas, clubes, colegios y demás instituciones.
