Por: Lic María Eugenia Angel Torres*
Cuando comemos no lo hacemos unicamente para nutrirnos. Muchos otros factores y sentimientos se ponen en juego a la hora de sentarnos en la mesa. María Eugenia Torres, nutricionista especialista en obesidad y trastornos alimentarios, nos explica todo sobre el acto de comer
Muchas veces habrán escuchado decir: “somos lo que comemos”. Ésta es una frase muy cierta porque nuestro cuerpo crecerá de acuerdo a la calidad de los alimentos que consumamos. Pero además, hay otros factores para tener en cuenta cuando de alimentación hablamos. Factores que no tienen que ver con el alimento en sí, sino con lo que yo llamo: la otra cara de la alimentación.
Hace tiempo que trabajo con obesidad y trastornos alimentarios y sigo confirmando que la buena alimentación y la salud no se tratan solo de cubrir alimentos de todos los grupos ni de hacer ejercicio frecuentemente. A través del acto de comer volcamos costumbres, mejores o peores, creencias, momentos y conocimientos sobre cómo alimentarnos.
La mente procesa ideas, recuerdos, ilusiones, entre otras cosas, de un modo similar al sistema digestivo. No por nada muchos hablan de “masticar ideas” o “digerir mal” alguna información o de “tragarnos” emociones. La persona siente y su metabolismo reacciona ante eso.
Es un hecho: la comida es nutritiva, pero no únicamente desde lo biológico, también desde los afectos, los recuerdos, los aromas, los encuentros, los momentos alegres y los momentos tristes o de peleas familiares.
Algunos asocian al acto de comer con momentos de angustia, de enojo o de falta de comunicación. Y desde esa experiencia se guardan recuerdos y creencias acerca de si comer es bueno o malo o de si la comida es algo agradable o desagradable.
El momento de sentarnos a la mesa y compartir un plato de comida también es un momento de comunicación familiar, de contar cómo nos fue, cómo nos va, qué cosas nos pasan. Al menos, eso debería incluir también esa ceremonia.
Si una persona come siempre sola, probablemente asocie el acto alimenticio con un momento triste de soledad o angustia. Lo mismo aquellos que experimentaron situaciones de peleas y discusiones durante las comidas familiares. Muchas veces demostramos con la comida, lo que no podemos expresar con las palabras.
Hoy día se ha dejado mucho de lado el conversar y comunicarnos en el momento de sentarnos a la mesa. Los tiempos son distintos, vivimos en una sociedad donde prima la falta de tiempo, lo rápido y lo automático. La televisión como compañía o como un integrante más de la familia incluso ¡durante la cena!
Lo importante es saber que a través de la comida nos comunicamos, nos expresamos y demostramos, no solo valor nutritivo, sino emociones. Por eso, los invito a prestar más atención al acto de comer. Hacerlo despacio, charlar, masticar y digerir alimentos y experiencias. ¡Así nuestra digestión y nuestro cuerpo se mantendrán más sanos nutritiva y emocionalmente!
¡Hasta la próxima!
* Nutricionista y coach ontológico especialista en obesidad y desordenes alimentarios. Tratamientos grupales e individuales. Coordinadora de grupos CITOS de obesidad de Galeno y docente del curso de post grado de obesidad y desordenes alimentarios del la Escuela sistemática argentina.
Nutricionista de Vian Ditas.
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